Un d�a, en la selva, un chango estaba pas�ndola de poca madre cuando, repentinamente, empieza a llover. Desesperado porque se est� mojando, el simio se acerca a la casa del pajarito, toca a la puerta y le pide que lo deje entrar para no mojarse; el pajarraco responde con un no rotundo.
Pasan los minutos y la lluvia se pone a�n m�s fuerte, as� que el chango, imaginando que la avecilla cambio de opini�n, se acerca otra vez y le ruega que lo deje entrar. En un tono m�s firme, el avechucho responde que no.
Vuelve a pasar otro rato y, para ese momento, la lluvia se convierte en diluvio. El pobre mono, empapado completamente, se vuelve a acercar a la casa del ave para suplicarle que lo deje entrar porque est� escurriendo.
Con un tono aun m�s firme que las dos veces anteriores, el m�ndigo pajarito vuelve a responder que no.
La moraleja de esta historia es la siguiente:
Entre m�s mojado est� el chango, m�s firme se pone el pajarito.
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